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Vinilo Pétalo: Un jardín de antigüedades

by Aleli Prada

Encendí un incienso, me serví mi té de lavanda, menta y miel y puse Vinilo Pétalo para acompañarme en la tarde lluviosa de mayo. Este es el EP debut de Jessik Matus, una artista cantautora, música, compositora y, diría yo, camaleona musical. Sus canciones me hacen habitar la música como una excursión a un museo. 

 Cuando la escucho siento que afuera de mi casa hay un jardín de gusanitos 

multicolor, flores con vestido y un musical de patos cantores. También me transporto a un videoclip ochentero con patines, radios vintage, bolas de disco y bandas de garaje. 

Este disco comienza así: con un respiro mañanero viendo por la ventana.

Cuando entra Cristalismos es inevitable subirle el volumen a los parlantes y ponerse de pie. De pronto, Jessik abre su mundo caleidoscópico y cinematográfico. Suena desde el grito del rock, la suavidad del folk alternativo y lo etéreo del indie. 

Plantea sus canciones con una personalidad muy única. Muy Jess. Sus canciones, algunas ligeras y otras muy estimulantes, siempre tienen un movimiento muy propositivo. Nada es una pausa liviana para recargarnos para lo que sigue.

Qué delicia cuando aparece Bolero Dulzón. Dan ganas de enamorarse en una tabernita musical o en un barco-crucero rumbo a la atemporalidad. Me imagino con vestido largo bailando en los brazos de alguien con trajecito, perfume de gardenias y sabor a albaricoque.

Todo lo que sigue entra como un mantra firme y perspicaz. Yo pienso que si Jessik nos escuchara a cualquiera intentando karaokear sus canciones, probablemente habría cumplido su cometido de complicarnos con trabalenguas, melodías complejas y juguetonas y con su don natural de cantar con una voz tan madera, tan viento y tan ninfa. 

Concuerdo con ella y con Sensorialle que su música y su propuesta creativa es una sinestesia vibrante, una poción fina y floral que nos va a encantar si la escuchamos. Yo ya estoy ahí. Se me colaron las mariposas y ando jazzeando con su voz. 

Al final, todas queremos ser una gata jazz.
Atentamente, Alelí.

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